martes, 19 de abril de 2011

Semana ¿Santa?




            Antes que nada, soy consciente de que a continuación se va a tratar un tema delicado, ya que cuando uno habla de religión y pretende hacerlo de forma objetiva, sin atacar a ateos o a creyentes debe de cuidar el modo de decir las cosas.

            Ya mismo están aquí las fiestas de Semana Santa, y mi aburrimiento me ha llevado a retorcer un poco la mente y sacar punta a este tema desde varios puntos de vista. Para los creyentes y/o practicantes (no señores, no es lo mismo) estas “fiestas” son algo importante y porqué no decirlo serio. La Semana Santa es una fiesta religiosa, y como tal debería de ser festejada solamente por creyentes y practicantes, es decir; por aquellas personas que dediquen parte de su tiempo de descanso a honrar y conmemorar la muerte y resurrección de Jesús, y el resto de personas debería de seguir con su ritmo de vida normal (abucheos por parte de ateos que tienen miedo de quedarse sin vacaciones).

 

            Pero claro, vivimos en un mundo donde se ha luchado  por la igualdad entre las personas y aunque aún queden muchas cosas por solventar, mi solución para que las personas que no tengan que celebrar la Semana Santa se queden sin sus preciadas vacaciones sería que tuviesen la posibilidad de “canjear” esos días por otros que ellos quisieran. Hasta ahí yo creo que todo estaría solventado y podría de dejar de escribir, pero no, no vais a tener suerte. Sigo pensando y me llegan a la cabeza ideas y momentos en los que muchas personas han abogado por una España laica, todo un partido político y mitad de otro defienden la separación iglesia-estado, mientras otro la coge de la mano. No hace mucho se hablaba de la retirada de crucifijos en colegios públicos, ya que en un estado laico cada  persona es libre de practicar la religión que desee y no existe o debe de existir cabida  a preferencias frente a una u otra religión. Dicho esto, no importa la tradición o mayoría religiosa de un estado, política y religión deben de separarse. (Pueden coexistir, pero no vivir bajo el mismo techo). Pero si se tiene que hacer esta separación, ¿porqué nadie que defiende a ultranza esta separación se planta delante de un ayuntamiento o ministerio para protestar  por la imposición de una celebración de la cual no se siente identificado?

            Creo que la respuesta a la pregunta anterior es bastante fácil, estamos en España por favor, ¡que más da el porqué de unas vacaciones! Tal vez el ateo que no pueda aparcar a la puerta de su casa por culpa de una procesión se ...(como decirlo suavemente.) queje amargamente por esa celebración que ni le viene ni le va, pero tampoco en voz muy alta además, llega tarde a la quedada con sus amigos  aprovechando las vacaciones que les han dado en el trabajo.

            No os creáis que esto sólo va con los ateos indecisos, también es muy común ver  como por estas fechas a la gente le renace el espíritu Cristiano. Como siempre digo, es totalmente respetable el comportamiento de las personas en estos casos, pero no soy capaz de comprender como personas que no pasan por la puerta de una iglesia durante meses (por no decir año) son capaces de “aguantar” horas, viendo las procesiones, soportando los empujones y las peleas por tener el mejor sitio. No soy capaz de comprender como esas mismas personas que reniegan de la fe, y de una doctrina clara (con sus más y sus menos entre los propios practicantes), son capaces de vestirse de cofrade o nazareno, cargarse a la espalda una imagen del Cristo, la Virgen etc  y salir orgullosos con ella a hombros, sabiendo que cuando pase esta semana se les olvidará por completo tal devoción. Lo mismo va por esas mujeres u hombres capaces de llorar al paso  de su hijo/hija en la procesión, o de la propia imagen, sintiendo ese “algo” en el interior que les emociona, ese sentimiento que les empuja su férrea creencia; sin embargo parte de los mismos rehúyen un día normal, de fijar la mirada en la persona que se encuentra pidiendo a la salida del supermercado, como si se hubiesen olvidado de la doctrina de aquel al que hace unos días llevaban a hombros.

            En esta vida amigos no todo es blanco o negro, y no hay que llevar las cosas a los extremos porque de esa manera se pierde la perspectiva de la situación; sea cual sea, pero tal vez no  nos haga mucho daño de vez en cuando pararnos a pensar un poquito en la hipocresía  o doble moral que todos y cada uno de nosotros tenemos, y tratemos de disipar en la mayoría de lo posible, todas las incoherencias de las que somos partícipes. Así que, sea usted un ferviente  feligrés, un ateo de pura cepa, un “capuchino” de una sola semana o un revolucionario por conveniencia, disfrute de estos días de vacaciones tanto o más que yo (igual de falso e hipócrita que todos); ya sea para saciar su necesidad de fe anual, disfrutar de unas fechas emotivas o para tomar fuerzas antes de la próxima manifestación.

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