miércoles, 13 de abril de 2011

Lo imposible hecho posible

              El otro día, revisando mi correo encontré uno que decía: “Catedral de mejor…” me fijé en  la persona que me lo  enviaba y tardé poco en mover el puntero del ratón hacia el  letrerito de eliminar. Fue un acto reflejo. ¿Por qué?; el emisor es un amigo de mi padre que por motivos que no vienen al caso, tiene mi dirección de correo. Este señor suele enviarme bastantes correos de esos que vienen con un power-point  con efectos de maripositas, música de pianos etc. Además el mismo señor no es muy amigo de nuestro “querido” presidente del gobierno, y entre correos pidiendo la dimisión de este individuo, que si el PP tal o el PSOE cual o los correos de la paloma de la paz, los santos etc. lo primero y único que suelo hacer es borrarlos. En fin, que  suelen ser correos a los que no les dedico mucho tiempo; sin embargo en este caso a punto de darle a eliminar, aparté el ratón y  lo abrí entre la ilusión de ver algo curioso y la desidia de encontrarme otro power-point con gifs de alitas de ángel y versos de la Biblia.

            Al parecer acerté. Nada más abrir la presentación salía el título: “La Catedral de Mejorada del Campo”, pasé de diapositiva y de nuevo me invadió la posibilidad de que se tratara de otra decepción; “El sueño de un visionario: JUSTO GALLEGO”. Continué viendo la presentación y lo que pude ver no sólo me gustó, sino que me impresionó de sobremanera.


            El correo cuenta la historia, historia viva y real, de Justo Gallego. Este señor ingresó en los años 50 en un monasterio de Soria; monasterio del cual fue expulsado cuando contrajo la enfermedad de tuberculosis, debido al miedo del resto de monjes a poder contraer la enfermedad ellos también. La expulsión condujo a Justo a una gran depresión. Según se cita en el correo, el doce de  octubre de  1962, Justo sintió una iluminación interior que le empujó a empezar una catedral y ese mismo día  colocó la primera piedra. Se hizo con unos tratados de construcción de la época del Renacimiento, y sin ningún tipo de estudio y formación, comenzó las obras. Para ello vendió todas sus posesiones excepto el terreno donde se asienta  la catedral. Comenzaron las obras y comenzaron los problemas, puesto que  ni la Iglesia reconocía la catedral como tal, y ni el ayuntamiento concedía las licencias de obra necesarias. Desde sus inicios hasta la fecha actual este hombre se ha dedicado a levantar una catedral con las mismas características que poseen las de  la edad media, a base de escombros, material de desecho de otras obras y las donaciones que  dejan los visitantes, o aquellos que  desde la distancia deciden aportar un granito de arena (nunca mejor dicho) a esta auténtica epopeya.

            Por suerte, hace unos años AQUARIUS decidió sacar a la luz esto, y lo que parecía un simple anuncio se convirtió en un apoyo inmejorable para Justo Gallego. Él mismo ha dicho que antes, frente a la incredulidad de sus vecinos, muchas madres enviaban a sus hijos a echarle una mano en forma de castigo cuando estos se portaban mal; ahora y desde hace un tiempo grupos de estudiantes extranjeros provinentes de Alemania, Francia, Italia, Reino Unido etc,  vienen para trabajar como voluntarios en verano. La indescriptible obra de Justo Gallego ha quedado reflejada en el MOMA de Nueva York, y ha aparecido en varios  artículos en el The Ney York Times. En boca de uno de los arquitectos más prestigiosos a nivel mundial, Norman Foster, se pudieron escuchar estas palabras: “Es lo más impresionante que he visto nunca”.

           

             Y visto esto, ¿que puede decir uno? Siendo estudiante de una carrera como Arquitectura Técnica y un amante de la construcción antigua, puedo deciros que no soy capaz de comprender cómo una persona la cual no tiene siquiera conocimientos  mínimos de construcción, haya sido capaz de levantar semejante obra; ya no sólo levantarla, también hacerlo siguiendo unos patrones correctos, consiguiendo con “restos”, una mano de obra ridículamente escasa y sin formación (gran parte sus propias manos) y en un tiempo récord mantener en pié una catedral; catedral levantada siguiendo directrices con siglos de antigüedad.



            Justo habló de una iluminación interior, de una fuerza que le dijo, -ponte, levanta esta catedral. Este señor  supera ya los 80 años y continúa trabajando para ver completada esta obra creada por y para Dios, con un único objetivo, un único deseo, poder ver finalizada su majestuosa obra antes de morir. No es momento aquí y ahora, de discutir la existencia o no de Dios, la existencia de los milagros o los santos, pero  me resulta  imposible creer que una persona normal y corriente sea capaz de llevar a cabo de forma solitaria algo que, puedo asegurar casi con una completa rotundidad,  ni los ingenieros ni arquitectos con más potencial serían capaces de realizar ellos solos. He de confesar que siento una extraña sensación, entre la admiración sin matices y el recelo hacia este hombre, da igual las vueltas que le dé  no lo comprendo, sólo puedo pensar en dos opciones; la primera: aquella fuerza, aquella luz interior, la opción que escapa a todo lo lógico y razonable, la opción que solo se fundamenta en la Fe de una persona. La segunda: encontrar una justificación de cómo lo imposible se ha hecho posible; la opción en la cual sólo me cabe esperar que Justo Gallego sea un genio, una persona cuyo intelecto le ha permitido alcanzar de forma autodidacta una gesta digna de  estudiar, valorar, recordar y ensalzar.

            La casualidad es caprichosa, y cuando  alrededor de un tema inexplicable como este, se juntan cada vez más y más casualidades, lo único que se nos viene a la cabeza es más incredulidad y sentirnos de cierta forma desprotegidos frente aquello que se escapa del entendimiento; me refiero a casualidades como el nombre de la calle donde se levanta este monumento: Calle del arquitecto Antonio Gaudí.


            Yo la verdad, soy incapaz  de decidirme entre ambas opciones, me encuentro frente a una de esas cosas que,  ante creyentes es una clara demostración del poder de Dios y de la Fe, venciendo a lo banal y lo humano; y ante los ateos un claro ejemplo de “superdotado” que se ha vuelto loco. Repito, soy incapaz de decidirme pero aunque en este caso lo evidente apunta hacia el terreno de lo desconocido, prefiero pensar y creer en la segunda opción; ¿Por qué?, creo que está muy claro; porque la locura de un genio es el mejor ejemplo de que los  locos también piensan.  

 PD:
Creo que  sería muy justo mover esto un poco, almenos a aquellas personas que puedan disfrutar de la catedral como yo he disfrutado; si no quereis hacer publicidad del blog  perfecto; pero al menos que se conozca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario